sábado, 4 de septiembre de 2010

Desarrollo Personal

Muchos de nosotros tenemos la tendencia de creer que la interacción con las personas es sencilla, lamentablemente para poseer la seguridad y total confianza de uno mismo es necesario pasar por un largo proceso pero que a la vez demuestra ser absolutamente efectivo, este proceso del que les comento es el desarrollo de nuestras vidas.

Solo el transcurso del tiempo nos brindará una visión mucho más clara y concreta de cómo nos relacionamos con las personas que nos rodean; porque no se trata solo de seguir un montón de normas y reglas para desenvolvernos cada vez mejor, se trata de adoptar ciertos ‘tips’ (en muchos casos de cortesía y cordialidad durante una reunión, por ejemplo) a uno mismo, a nuestro carácter y modo de ser, al fin y al cabo esa es la esencia: nuestra AUTENTICIDAD Y ORIGINALIDAD, lo único que nos diferencia de todas las demás personas en el mundo y que, por supuesto ayudará a consolidar nuestra imagen personal, esa imagen que será el reflejo de nuestras acciones y por consiguiente, de lo que realmente somos.
Si esta autenticidad y originalidad no se conservan del todo, simplemente adoptaríamos un estilo de vida y modo de ser fríos, rotundamente desenfocados de la realidad y por lo tanto, tristes ya que no tendrían un sentido definido.

Lo primero que debemos hacer es reconocer lo que somos, como somos, que es lo que sentimos y pensamos; en fin, reconocer lo que aparentamos ser con nuestros actos y reconocer además la impresión que tienen las personas de nosotros mismos.
Luego, asimilar dentro de todo esto, lo que pensamos que tal vez pueda estar bien y mal; además, clasificar todas nuestras acciones, conservando las que creamos que sirven y descartando las que creamos que debemos eliminar de nuestra forma de ser. El objetivo de este ejercicio es el de limpiar subjetivamente nuestro modo de actuar, para así poder incorporar a nuestra ya renovada personalidad y actitud, esos ‘tips’ de los que comentamos hace un rato atrás.


Valorar, forma parte esencial dentro de este proceso y tiene un papel muy importante en el desarrollo del mismo ya que, valorar nos ayuda a seguir reconociendo cada vez más y mejor lo que somos en totalidad, nuestra forma de ser, el carácter que adoptamos en cada ocasión, nuestra personalidad y sobretodo nuestra realidad.


Carlos M. Cruzalegui Castro

jueves, 2 de septiembre de 2010

El pecado de querer progresar


Taxi. Tantas “carreras” de taxi. Cada vez que tomaba un taxi y que tomo uno termino conversando no solo del clima con los conductores. Nunca podré describir con total y absoluta exactitud, todo lo que rescataba de esas experiencias tan valiosas y cómo ayudaron a ampliar mi panorama cultural, de esos escasos quince minutos que formaron, forman y seguirán formando ya parte de mi vida.
A lo largo del tiempo me fui dando cuenta de que cada una de las personas con las que viví esos pocos momentos tenían, obviamente, mucho que compartir, es solo que yo aprovechaba eso para indagar un poco más allá y descubrir sus vivencias. Hombres colmados de alegría, frustración, esperanza y desilusión; seres repletos de angustia, tranquilidad, de desesperación, amor y cansancio. Vidas que muchas veces eran y son la única base de toda una familia o algunas que simplemente, luego de tanto esfuerzo, disfrutan de los logros de sus descendientes y del orgullo que generan rebasándose de su entera expresión.

Labios que dejan salir a flote sus más recónditos sentimientos, almas que de cualquier manera quedaron marcadas, algunas por ejemplo, por una cruel realidad que no eligieron para ellos, que no eligieron contemplar pero que arrastran en sus vidas. Todas estas vivencias siempre terminaban con alguna enseñanza que detenía y paralizaba la fluidez de sus relatos e historias, era un sentimiento de frustración que interrumpía fugazmente cualquier tipo de conversación anterior.
Era ese sentimiento que me invitaba a meditar y reflexionar sobre la vida: todos, en algún momento de nuestra existencia, hemos tenido que enfrentar la dureza de la realidad y desafiarla con cordura, porque sabemos que si no lo hacemos simplemente perderíamos las ganas de continuar, la fe…la única que nos mantiene en este mundo queriendo y aprendiendo a vivir con lo que nos rodea y que tarde o temprano encontraremos en el largo camino de la vida.

La “fe”, qué podemos decir de esta subjetiva expresión que siempre nos ha acompañado y que sin lugar a duda es una de las cosas que nos ayudan a pensar un poco en lo que estamos haciendo, en el porqué de lo que realmente queremos conseguir y el para qué del objetivo que nos hemos trazado. Muchas veces pude escuchar y reflexionar algunas vivencias de este sinnúmero de personas que compartieron su mundo, por así decirlo, conmigo, algunas que con un tono de impotencia, decían arrepentirse de muchas cosas que hicieron, con sus hijos, sus esposas, sus madres, su entorno. Y me daba cuenta de que después de haber expresado su arrepentimiento y enfado por algo, la mayoría siempre destacaba al final que de no ser por estas “cosas” no hubieran adquirido la experiencia que poseen ahora que todo lo sucedido ya está presuntamente enterrado, pero que latentes se hacen notar y que ellos siempre llevan... Es su cruz ya desvaneciéndose por dentro y solo pocos pueden superarla.
Por supuesto que esto nos hace catarsis y nos recuerda que debemos plantear y definir bien las cosas antes de actuar: idear una manera en la cual no nos veamos afectados luego de haber concluido tal objetivo, si nos va a beneficiar, y también si necesitamos prepararnos para esto, ya que casi todas las metas demuestran tener sacrificios a lo largo del camino, que si están muy bien establecidos no sentiremos tan intensos.
Por lo tanto si realmente queremos conceptualizar de una forma concisa y clara a la fe, podemos decir que no solo tiene que ver con Dios y con cualquier tipo de religión o creencia, es también el simple hecho de tener algo por que luchar, así que no nos cerremos en una definición de fe netamente religiosa y empecemos a pensar, además, en la fe de la vida cotidiana, una fe que además de religiosa puede ser algo o alguien por lo que tenemos que continuar.

Recuerdo que hace algún tiempo subí a un taxi rumbo a mi casa y el conductor era un señor mayor con el que estuve conversando un poco. Luego de un tiempo, el señor y yo tocamos el tema de la explosión demográfica, claro que en otros términos, pero al fin y al cabo ese fue el tema.
Pero, ¿de qué podría hablar un muchacho de 16 años junto con un señor de un promedio de 60 sobre este tema? Pues me di cuenta que de mucho, ya que en esa combinación estuvo la clave del éxito de la conversación. La combinación de opiniones y puntos de vista diferentes, de experiencias totalmente opuestas; fue el debate entre una persona que vivió todo ese cambio y que sintió como este influía en su vida, en sus oportunidades y, por supuesto, en la sociedad que lo rodeaba en aquella época y otra persona que vive en una sociedad que tiene este hecho como parte de ella y que está insertado ya en su nueva generación, yo.
He escuchado muchas opiniones acerca de este tema, pero la de este señor fue una que realmente me impactó porque estaba llena de resentimiento social y odio hacia ese cambio. Digo odio porque recuerdo que dijo algo que realmente me dejó atónito: “Ay, como extraño a la Lima de antes que podía tener paz y tranquilidad en sus calles, todo cambió cuando de los cerros bajaron la mediocridad y la delincuencia, convirtiendo a la capital en una ciudad violenta y peligrosa…ay esos reyes de la papa”. Aunque parezca una frase sacada de telenovela, esas fueron sus palabras; en ese momento pensé en qué decir para que este señor me explicará la razón de ese comentario y le dije: “¿Reyes de la papa? ¿Osea que el querer progresar ahora es un pecado?”, el señor se desconcertó al principio con la pregunta, pero luego me respondió con firmeza: “No, pero es obvio que robando, violando y matando por dinero no se progresa o ¿usted piensa lo contrario?”. Por supuesto que le respondí que no, y la verdad es que me quedé pensando en lo que dijo.

Claro, el factible hecho de que el señor y las demás personas con las que compartí esos instantes expresen de una forma tan intensa su vida y los eventos que realmente la marcaron y lo siguen haciendo es porque en fin, TODOS tenemos algo que expresar, sentimientos que compartir con los demás, “historias” que en alguna oportunidad hicieron vibrar nuestra alma, nuestro corazón.


Llegué a mi casa y seguí reflexionando en por qué algunas personas aún piensan de esa manera, es que acaso no se dan cuenta de que todas las personas merecen tener una mejor calidad de vida y que hay familias que han salido adelante a base de esfuerzo, familias pujantes que, sin pensarlo dos veces, decidieron venir a la capital y demostrarle a los demás que si se puede, que es posible alcanzar nuestros objetivos sacrificando cosas para después conseguir otras mucho mejores y sobretodo que ser perseverantes, no rendirnos en los momentos más difíciles y tener fe para lograr lo que anhelamos es lo más importante que debemos tener en cuenta cada vez que deseemos conseguir algo.
Familias que luego de recorrer un largo camino, gozan ahora de una vida llena de alegría, que nunca va a estar libre de problemas, pero que al fin y al cabo permanecen con tranquilidad, esa tranquilidad de irse a dormir pensando que mañana disfrutarán de mejores “oportunidades” en la vida.

Vaya que existe mucha delincuencia y mediocridad, pero si nos arriesgamos y empezamos desde ahora a construir un mejor entorno social, podremos experimentar el sabor de la satisfacción, la satisfacción de haber sentido que hemos avanzado y le dimos un "empujoncito" a nuestra sociedad para que lo siga haciendo.


Carlos M. Cruzalegui Castro.